La droga dicción es una enfermedad que consiste en la dependencia de sustancias que afectan el sistema nervioso central y las funciones cerebrales, produciendo alteraciones en el comportamiento, la percepción, el juicio y las emociones. Los efectos de las drogas son diversos, dependiendo del tipo de droga y la cantidad o frecuencia con la que se consume. Pueden producir alucinaciones, intensificar o entorpecer los sentidos, provocar sensaciones de euforia o desesperación. Algunas drogas pueden incluso llevar a la locura o la muerte.
La dependencia producida por las drogas puede ser de dos tipos:- Dependencia física: El organismo se vuelve necesitado de las drogas, tal es así que cuando se interrumpe el consumo sobrevienen fuertes trastornos fisiológicos, lo que se conoce como síndrome de abstinencia. - Dependencia psíquica: Es el estado de euforia que se siente cuando se consume droga, y que lleva a buscar nuevamente el consumo para evitar el malestar u obtener placer. El individuo siente una imperiosa necesidad de consumir droga, y experimenta un desplome emocional cuando no la consigue. Algunas drogas producen tolerancia, que lleva al drogadicto a consumir mayor cantidad de droga cada vez, puesto que el organismo se adapta al consumo y necesita una mayor cantidad de sustancia para conseguir el mismo efecto. La dependencia, psíquica o física, producida por las drogas puede llegar a ser muy fuerte, esclavizando la voluntad y desplazando otras necesidades básicas, como comer o dormir. La necesidad de droga es más fuerte. La persona pierde todo concepto de moralidad y hace cosas que, de no estar bajo el influjo de la droga, no haría, como mentir, robar, prostituirse e incluso matar. La droga se convierte en el centro de la vida del drogadicto, llegando a afectarla en todos los aspectos: en el trabajo, en las relaciones familiares e interpersonales, en los estudios, etc.
LAS DROGAS EN NUESTRO TIEMPO
El debate sobre la droga sigue estando en boga, aunque siga estando enfocado de manera
errónea, condenando fundamentalmente a una capa de la sociedad, ya de por sí
estigmatizada: la adolescencia. De esta manera, se presenta el debate en torno a la
adolescencia y la droga, y cómo prevenir esos efectos devastadores que, dicen algunos/as
pseudoexpertos/as, pueden incluso llevar al desarrollo de enfermedades mentales como la
psicosis. Las políticas destinadas a la “guerra contra las drogas” ya sean reduccionistas de
daños o prohibicionistas, se dirigen hacia una población muy concreta, los/las adolescentes,
que parecen ser las únicas personas afectadas por este problema. En este sentido, el debate
sobre las drogas se convierte así en un debate sobre el control social de una capa de la
población que parece haber perdido el rumbo. Lo que más llama la atención es que dicho
problema y dicha población parecen vivir en un limbo social pues ningún debate incluye toda la
estructura social, política y económica que rodea a tal “supuesto” fenómeno. Parece que la
adolescencia por sí solo, crea este problema, también aislado de toda la infraestructura
requerida para extraer y proveer dichas sustancias ilegales denominadas drogas.
Pocos son
los autores e investigadores que osan enraizar el problema de la droga en su contexto social,
económico y político, pues ello significaría poner en tela de juicio a todo el entramado social,
incluida la propia acepción diagnóstica del término droga, además de todo el sistema de
valores que nuestra sociedad occidental postmoderna promueve. Valores que fácilmente
podrían ser incluidos dentro del diagnóstico de psicopatías y trastorno de personalidad
antisocial y límite pues la otredad, es decir, la herida narcisista está en el núcleo de la
occidentalidad.